Lourdes López es una inquieta joven que ha enfocado su sentido de trabajo a cuidar el medio ambiente; esto lo hace a través del Grupo Tótem integrado además por Karem, Gabriel y Rodrigo, quienes han coincidido en su visión de cuidar el medio ambiente.

Lourdes es egresada del CUCEA en la Licenciatura de Economía Ambiental y ha tomado varios cursos, incluso el de Emprendimiento Social donde elaboró un proyecto productivo pero que incluyera la solución a una problemática social de la localidad donde se pretendiera llevar a cabo. Tomó, también, varios cursos del Instituto Mexicano de Desarrollo Social Comunitrio IMDEC.

Proyecto. Como mujer dedicada a las labores del campo y emprendedora que es, la decisión de crear una granja ecológica de conejo fue porque luego de una investigación de mercado, se dieron cuenta que en la colonia donde se ubican (Rehilete, en Zapopan), las consecuencias de la pandemia por el COVID les hacía muy difícil el poder consumir carne (en este caso, de cerdo o bovino) por los aumentos que estos productos han tenido.

Fue bajo esta perspectiva que nace la granja cunícula Grupo Tótem, con un sentido sustentable en la que se establece el modelo de la crianza de conejo como primer acceso a la proteína que necesita la persona, sobre todo que sea disponible para todos y también generando ciclos cerrados para disminuir el impacto ambiental”, señala Lourdes.

Este grupo está integrado por cuatro personas y en ella se hace la cría, matanza y faena, con los permisos necesarios.

“No generamos residuos al drenaje. Todo se compostea. Contamos con una composteadora termodinámica que hace que los residuos desaparezcan en una semana”, menciona Lourdes.

Abunda en que la sangre de conejo tiene un alto contenido de nitrógeno y se dona a agricultores con lo que “regresa lo mismo que se extrajo de la tierra, a la tierra y se cierra un ciclo”.

Productos. Grupo Tótem, como lo han denominado, ha buscado la manera de hacer más productiva la actividad en beneficio de los productores, por lo que se ha preocupado por ofrecer productos y cortes envasados al alto vacío. Venden desde canales hasta lomos, muslos, paletillas o lo que el cliente solicite.

Fungen también como centro de acopio y hay productores que les llevan sus conejos. En este caso, los animales que ya están en peso comercial, los pasan a la faena correspondientes mientras que, al resto, le dan manutención hasta llevarlo a la condición adecuada para la venta.

“Tenemos consumidores que ubican el área de faena, que conocemos también con el proceso, y vienen con sus “twupercitos” (recipiente) y ya encargan sus kilajes, se les pone una ahí y ellos se los llevan. Vienen una vez al mes”, dice.

Otra visión. Lourdes considera que las consecuencias de la pandemia les han traído el beneficio de las redes sociales, puesto que tuvieron que ver la manera de cómo sortear ese obstáculo y a través de las redes sociales encontraron un mercado que no lo tenían plenamente considerado.

Además, esto les ayudó a llevar su producto al cliente de manera más directa, sin intermediario, acción de beneficio mutuo: al cliente porque se le ofrece un precio más atractivo al quitar la ganancia del intermediario, y al productor al tener ofrecer un producto con un precio más real.

“De hecho, la pandemia, nos abrió más las puertas porque ahora la gente ve más las redes sociales y esto nos hace llegar a más personas, a nuestro consumidor final, y romper con los intermediarios. 

Recuerdo que tuvimos uno que subía al doble el costo de nuestro producto y como productores, llegábamos a perder bastante, pero también esto no ayuda a crear mercados de consumo porque distorsiona el precio y no estimula el consumo de la carne de conejo”, argumenta.

 

Redacción. – AGRO21 Comunicación Rural