Estrategias nutricionales para disminuir los costos en la producción de pollo con el menor impacto en el desempeño productivo

 

Por Víctor Manuel Valdés Narváez, de la columna de ANFACA para AGRO21

La producción de carne de pollo en México es importante, ya que proporciona a la población proteína de alto valor biológico, a un precio accesible, siendo el consumo nacional aparente de 30 kg. Esto representa un reto para los avicultores, porque al comparar la evolución del índice nacional de precios al consumidor (INPC) de pollo entero y despiezado, durante los pasados 25 años, ha aumentado al 64% y 60%, respectivamente, contra INPC general (OCDE, 2018), es decir que se compran insumos cada vez más caros y con un ingreso cada vez menor por la venta del pollo.

 

El alimento representa el 73% de los costos directos o 66% de los costos totales (UNA, 2020) de carne de pollo. Por ello durante el primer semestre del presente año el costo se incrementó de 17 a 20% por efecto de la paridad cambiaria del peso mexicano con el dólar, ya que varios de los insumos se comercializan en dólares, como el grano, pasta de soya, grasas y aceites, pigmento, fosfato mono di cálcico, aminoácidos, entre otras. 

 

A continuación, se describen algunas de las estrategias actuales y futuras para poder disminuir el impacto en rubros muy específicos.

 

Uso de ingredientes alternativos. Existe una práctica común de buscar una materia prima que tenga un perfil nutricional cercano a los ingredientes comúnmente usados. Por ejemplo, el uso de pasta de canola, subproductos de plantas de rendimiento, subproductos de cereales, como gluten de maíz, o granos secos de destilería más solubles (DDGS). Estos son una buena opción, solo que deben ser valorizados en contenido de nutrientes digestibles, evaluar su conveniencia por disponibilidad estacional, precio y variación de lote a lote.

 

La oferta de aminoácidos cristalinos, a precios accesibles, nos permite usar dietas bajas en proteína suplementadas con lisina, metionina, treonina, valina y triptófano, más económicas y con el mismo desempeño productivo. A medida que arginina e isoleucina estén disponibles a precios accesibles también deben ser ingresados al sistema.

 

En muchas áreas del país se prefiere el pollo con piel amarilla, por ello actualmente el uso de pigmento representa del 10 al 12% del costo del alimento de los alimentos finales, por ello debemos evaluar los niveles realmente necesarios para lograr el objetivo de pigmentación, reemplazar parcialmente las xantofilas por otras fuentes como el apoester caroteno. 

 

Maximizar el uso de nutrientes. En los pollos de engorda la retención de nitrógeno oscila entre 57 y 60% y de fósforo entre 45 y 48% (Zuidhof, 2020). Existe mucha información en la literatura del beneficio del uso de fitasas para aumentar el aprovechamiento del fósforo, con dosis respuestas más altas a las que se obtenían hace unos años. Las enzimas que actúan sobre los carbohidratos complejos deben ser usadas, con mayor efecto cuando se usan subproductos fibrosos. 

 

Otra herramienta que se puede usar son los emulsificantes para hacer un aprovechamiento mejor de las grasas, a través de la formación de micelas (gotas diminutas) para su mejor exposición a las lipasas, con mayor énfasis en la primera semana de vida, donde la producción de sales biliares, que hacen esta función, no está desarrollada; y en los alimentos finales, que son las dietas con más grasa.

 

Es importante considerar aspectos de procesamiento de los alimentos, como es el tamaño de la partícula, que debe ser de 700 a 800 micrones durante las primeras tres semanas y de 1000 a 1100 en las etapas finales, incluso si el alimento que se peletiza. 

 

Por otra parte, si bien, no hay un requerimiento especifico de fibra para los pollos, tenemos que prestar atención a esta fracción de los alimentos por sus efectos en la fisiología digestiva, salud intestinal y productividad (Santomá y Mateos, 2018). Y a futuro aprender a aprovechar mejor en microbioma del intestino para mejor eficiencia de uso de los alimentos.

 

Consumo de alimento. En la práctica hay una correlación entre ganancia de peso y consumo de alimento alrededor de 0.80. Y a su vez está muy correlacionado con el consumo de agua. Actualmente en pollo de 50 días de edad, la ganancia de peso se maximiza con consumos de 110 y 102 g promedio por día en machos y hembras, respectivamente. Pero no debe ser considerado como una recomendación general sino solo como una idea a medir en cada granja, en diferentes épocas. La propuesta es medir como se modifica la ganancia de peso y conversión alimenticia en función al consumo de alimento (Figura 1), para en función de los costos de alimento y precio de venta del pollo, tomar las decisiones de alimentación y comercialización.

Víctor Valdés Narváez, Ingeniero Agrónomo Zootecnista con Maestría en Ciencia en Nutrición Animal además grado de Doctor en Ciencias en el Instituto de Recursos Genéticos y Productividad del Colegio de Postgraduados, escribe este artículo ANFACA de estrategias nutricionales