“El arroz es un cultivo básico en la dieta alimenticia de la población, el más consumido después del maíz y trigo. Hoy, la producción es insuficiente para atender la demanda”

 

Eduardo González Michel, agrónomo formado en temas de financiamiento y asistencia técnica,

es un apasionado del campo y está decidido a impulsar este cultivo, por lo que es VOZ para decirle a los seguidores y lectores de AGRORURAL que existen algunas razones de esta situación debido a que, entre otras, “ha habido una baja competitividad de este grano y la apertura comercial provoca aumento de importaciones, además de la dificultad de conseguir mano de obra en campo y la ausencia en algunos lugares de la conveniente aplicación de buenos paquetes tecnológicos; más sin embargo, el entorno ofrece oportunidades, ya que con las nuevas tecnologías, nuevos productos y buena organización de productores de arroz, estamos tratando de revertir esta situación para generar mayores incentivos a la producción”.

 

“Si bien es cierto que México es un comprador neto de arroz de los arrozales estadounidenses y de algunos países sudamericanos y asiáticos, no deja de existir la opción para la producción nacional y en esto estamos luchando y trabajando, buscando soluciones a como producir más como hasta el año 1988, cuando todavía éramos autosuficientes” dice Eduardo. “Ante esto, por ejemplo, los productores de baja escala productiva y en mi caso con una agroempresa, no perdemos la esperanza de seguir con esta actividad que muchos de ellos realizan en estados como, Colima, Campeche, Nayarit, Morelos y en Tomatlán”.

 

Platica Eduardo González que desde hace más de 100 años están cultivando arroz en parcelas de Colima, la mayoría de ellas, y en la zona de Tomatlán, hasta la construcción de la presa Cajón de Peñas en el año 1976. La producción, va para la beneficiadora de arroz localizada en Colima y Jalisco, que permite ocupación a productores de estas zonas que cada año siembran y cosechan su arroz, tanto en el ciclo de primavera/verano y de otoño/invierno en una superficie del orden de 3,000 has.

 

Un tema a destacar, es la constancia de productores que no abandonan el cultivo, siguen con ello porque tienen el respaldo del empresario que administra la beneficiadora que los apoya con financiamiento a tasa de interés blanda y desde luego les compra su producción utilizando un esquema parecido a los ingenios azucareros. “La constancia y el compromiso para producir arroz de productores de baja escala también se da en países altamente productores como Brasil, China, India, Indonesia y VietNam”, dice Eduardo.

 

El trabajo del año 2023 consistió en planear y llevar a cabo las siembras. Durante diciembre y enero en los campos de Tomatlán, se estuvo verificando el cultivo. Para cuidar los costos y encontrar solución a la dificultad de conseguir mano de obra para la fertilización, se aplicó un paquete tecnológico de una sola fertilización con un producto, fertilizante de liberación controlada, de origen coreano formulado 35 de N, 3 de P y 4 k, aplicando 400 k/ha en la pre siembra. Los pronósticos fueron alentadores, dijo Eduardo.

 

 “Finalmente, el29 de junio, a las 10.30 de la mañana iniciamos la trilla en campo donde se aplicó el fertilizante. En la parcela de Francisco García, de 7 has, empezamos con la trilla utilizando una Trilladora combinada para cuantificar el rendimiento donde se hizo una sola fertilización de 400k por ha para ver lo beneficios que trajo esta nueva tecnología asiática; se cosecharon 1.5 has. Se obtuvo un rendimiento de 11,220 kgs, lo cual arroja un rendimiento por ha de 7,480 kg; este se encuentra por encima del promedio de la región que es de 6.2 tn/ha y la calidad de esta granza, fue por encima de los parámetros que requiere el industrial, por lo que consideramos un resultado altamente favorable, sobretodo porque es escasa la  mano de obra para las labores agrícolas, así que nos permite tener una muy buena alternativa ya que la aplicación de este fertilizante se realiza con maquinaria agrícola, por una parte, existiendo otros beneficios, debido a que ya no se requiere realizar cortes de agua para realizar las labores de cultivo y por la misma razón (escasez de jornaleros) todas las aplicaciones. Los herbicidas, fungicidas e insecticidas se realizan con dron, lo cual se evita también la proliferación de malas hierbas controlando más eficientemente malezas y fertilizar con materiales tradicionales, entre otras cosas. Esta serie de consecuencias, al no tener que pisar el cultivo, redundan en un manejo más adecuado, en beneficio del cultivo”, expresa Eduardo González, por lo que comparte esta experiencia para los arroceros y lectores de esta nota